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Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA CONICET UNC)

La comunidad del humedal


El Parque Nacional Ansenuza en la provincia de Córdoba fue creado en 2022 luego de siete años de trabajo de organizaciones no gubernamentales, municipios, el Gobierno de la Provincia de Córdoba y el Gobierno Nacional. Era un sueño de muchos poder darle el mayor grado de protección a este humedal de importancia internacional. Hoy el humedal cuenta con tres figuras de protección (Reserva, Provincial, Reserva Nacional y Parque Nacional) que buscan hacer posible la interacción entre conservación, turismo y desarrollo productivo. El desafío hacia adelante es enorme, pero el trabajo colectivo que se generó para llegar hasta su declaración marcó un antes y un después en este territorio único.

En esta conversación con Lucila Castro, bióloga egresada de la UNC, nos adentramos en el proyecto de creación del Parque Nacional Ansenuza. Su mirada se compone de tres puntos de vista distintos: el recuerdo de haber crecido en Miramar de Ansenuza, a las orillas de la laguna Mar Chiquita; la pasión que la llevó a estudiar los flamencos durante su tesina para convertirse en bióloga; y su papel actual como directora de Natura Argentina, una de las fundaciones que contribuyó a la creación de este tesoro natural.

¿Por qué la laguna Mar Chiquita tenía que ser Parque Nacional?

Mar Chiquita es la laguna de agua salada más grande de Sudamérica y uno de los humedales más importantes a nivel mundial. Es súper importante por la cantidad de especies que alberga. En primer lugar, tres de las seis especies de flamencos que hay en el mundo se encuentran en la laguna. Hay un montón de especies de aves migratorias, también especies amenazadas o en peligro. Alrededor de la laguna y en sus costas habitan numerosos animales representantes de nuestra fauna autóctona, y todavía quedan parches de bosques de gran importancia para la región. Por otro lado, la laguna Mar Chiquita tiene una importancia cultural enorme, desde sus pueblos originarios, la gente de campo, la historia del turismo de sus aguas saladas. La región de Ansenuza, con su gente, sus costumbres y su paisaje natural, lo hacen un lugar único en el mundo ¡y no podía ser menos que un parque nacional! Si todavía no tuvieron la oportunidad de conocerlo, por favor vayan y disfruten de uno de los mejores atardeceres del mundo.

¿Cómo fue la articulación con la comunidad para la creación del Parque Nacional de Ansenuza?

Al principio había dudas, sobre todo en relación con las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que estaban trabajando en el territorio, y sobre lo que significaba ser un parque nacional, por supuesto, quizás ese miedo a lo desconocido. Luego de mucho trabajo en el territorio, de contar quiénes éramos, cómo trabajamos las ONGs, y de recalcar que todos buscábamos la mayor categoría de conservación para nuestro humedal, la gente misma empezó a formar parte del proyecto. Hasta el día de hoy recuerdo la caravana en Miramar el día que se votó en el Senado la declaración del parque. Fue clave el trabajo que hicieron los intendentes de los municipios alrededor de la laguna. Primero, estudiaron el proyecto, se sacaron todas las dudas, pusieron sobre la mesa lo que a los pueblos les preocupaba y querían. Se hicieron reuniones periódicas, donde participaban municipios, gobierno nacional, provincial y ONGs. Esas jornadas de debate y trabajo fueron fundamentales. Luego se empezó a trabajar el tema en los colegios, se comenzó a comunicar todas las novedades relativas al proyecto en las radios locales, en las redes sociales y se generó una enorme comunidad siguiendo el día a día del proyecto. Todos muy expectantes, la verdad que hoy es un orgullo decir que somos parque porque fue un esfuerzo colectivo. Por supuesto que en semejantes procesos siempre hay promotores, pero lo que inspiró este proyecto fue el bien común.

¿Cuáles fueron los principales desafíos de dicha articulación?

Tenemos como sociedad un desafío enorme por delante, y tiene que ver con cómo vamos a seguir buscando un desarrollo, pero de la mano de la conservación de la naturaleza. Al ritmo que vamos, no vamos a llegar muy lejos. Estamos perdiendo cientos de especies, los suelos se están desertificando, hay pérdidas culturales invaluables y podría seguir. Entonces, si bien entendemos que necesitamos producir, tenemos que repensar el cómo. Cuando un proyecto de conservación, como fue lo fue el proyecto del Parque Nacional Ansenuza, llega a un territorio netamente productivo puede emerger miedo. Ahí encontramos un gran desafío: articular la continuidad de la producción con la protección de los valores naturales y culturales. Desde la fundación que hoy me toca liderar, Natura Argentina, creemos que las áreas protegidas son esas herramientas que nos ayudan a ordenar el territorio. Desde esa base pensamos que la gran región de Ansenuza podía permitir esta articulación. Por eso, si bien queda mucho por hacer aún, esta región cuenta ahora con tres categorías de áreas protegidas: a la existente Reserva Provincial de usos múltiples se le sumó la Reserva Nacional y el Parque Nacional Ansenuza, todas forman el gran Parque Ansenuza. Estas categorías fueron trabajadas, luchadas y celebradas por muchos. Los pueblos se van a ver beneficiados por la diversificación de las actividades, el surgimiento de un turismo regenerativo en la región, y la disminución de actividades nocivas para el ambiente, conviviendo con el sector productivo de la región.

Llegar a que todos nos pusiéramos de acuerdo sobre qué Parque Nacional queríamos llevó su tiempo, pero se logró gracias al diálogo y a la perseverancia.

¿Por qué Natura Argentina decide trabajar con la comunidad para la creación de un área protegida?

Para Natura Argentina las áreas protegidas tienen como pilar fundamental trabajar con las comunidades locales, dado que son ellas las que se van a ver beneficiadas o perjudicadas por las decisiones que se tomen en su territorio. Nosotros no concebimos estrategias de conservación que no impliquen la mirada de la comunidad. Podemos proponer un camino, pero el resto se construye en conjunto. Desde la fundación formamos equipos con profesionales de distintas disciplinas: biólogos, guardaparques, ingenieros, agrimensores, entre otros. Todos de distintos lugares de nuestro país, pero fundamentalmente formamos equipo con gente del lugar. En Ansenuza fue inclusive más impulsada esta idea, porque yo soy de ahí. Entonces, tanto Aves Argentinas (ONG clave en este proceso) como Natura formamos equipos con profesionales locales, para tener su mirada sobre cómo trabajar desde el día uno. Y luego todas las acciones pensadas en cómo son esas comunidades, qué necesitan y cómo estas decisiones iban a afectar su día a día. Sabemos que queda muchísimo por hacer, pero al pensar que todo el trabajo se basó en escuchar a la comunidad, a los intendentes, a los investigadores y a las autoridades, ¡sabemos que vamos por buen camino!

¿Cómo se beneficia la comunidad con el Parque Nacional Ansenuza y cómo sigue la relación después de su creación?

Primero que nada, se asegura la conservación de los valores naturales y culturales de la región a largo plazo. Con esta figura, también se protege y se revaloriza  la cultura y las tradiciones.

Por otro lado, la figura de parque nacional es reconocida a nivel nacional e internacional, por lo cual nos pone en el mapa de otro modo. Es decir que si bien Miramar ya era reconocida turísticamente a nivel regional ahora toda la región se ve potenciada a otro nivel. De hecho, la región se está preparando para recibir turismo internacional y de naturaleza. Para ello hay que trabajar mucho en la planificación regional porque la idea es que la gente no visite solo a Miramar, sino que pueda recorrer y conocer todas las localidades alrededor de la laguna que tienen mucho para mostrar. De esta manera se espera un impacto económico positivo para los pueblos, la región y la provincia, ya que todo lo inherente al turismo se podría ver potenciado.

Desde la fundación la relación con las comunidades continúa una vez creado el parque. Seguimos con monitoreos de fauna y esa información es compartida con la comunidad con actividades de educación ambiental. Vamos a trabajar con el Ministerio de Ambiente provincial y la Administración de Parques Nacionales en temas de valores de conservación y esperamos poder colaborar con la implementación de los planes de manejo.

¿Cuál fue la enseñanza de este proyecto en particular y los próximos desafíos a encarar?

Los desafíos de conservación en Argentina son enormes, es urgente tomar medidas que cuiden la naturaleza y las formas de vida de las comunidades. Buscando beneficios para la vida natural que permitan un desarrollo armonioso. Las áreas protegidas son una de las tantas herramientas que podemos empezar a aplicar, Ansenuza es un gran caso de éxito, donde las figuras de protección articuladas con un nuevo compromiso de los habitantes por cuidar el entorno natural marcan una nueva dirección hacia donde deberíamos ir. No se desconocen las necesidades que todavía hoy existen, ya que es necesario un mayor presupuesto para que las Áreas Protegidas funcionen mejor, hace falta más gente comprometida con el futuro, hace falta más educación y conexión con la naturaleza. Pero ya dimos el primer gran paso luego de siete años: la declaración del Parque Nacional Ansenuza junto con la puesta en valor de la correspondiente Área Protegida Provincial. Ahora es necesaria la implementación, la articulación, pero esencialmente el compromiso de toda una provincia que hoy mira a Ansenuza con mucho orgullo.


Lucila Castro. Crecí en Miramar de Ansenuza, Córdoba, donde nació mi pasión por la conservación. Estudié Biología en la Universidad Nacional de Córdoba y realicé mi tesina estudiando los flamencos de la laguna Mar Chiquita. Desde 2011 comencé a formar parte del Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos (GCFA). Participo en redes internacionales científicas y de conservación. Trabajé en varias universidades extranjeras y soy una amante de la naturaleza. Actualmente, soy presidenta de Natura Argentina, una organización dedicada a la conservación promoviendo la creación e implementación de áreas protegidas.