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Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA CONICET UNC)

Los “monos marinos” de Mar Chiquita


La laguna Mar Chiquita es el hogar de una gran cantidad de animales de los más variados tamaños y colores. Algunos llaman la atención por sus coloridos plumajes, otros porque recorren miles de kilómetros para pasar la temporada en la laguna pero hay unos habitantes que, a pesar de su pequeño tamaño, son claves para el ecosistema. Ya sea por su capacidad para vivir en ambientes extremos, por ser el alimento de los flamencos que visitan la laguna o por formar unas llamativas “mareas rojas”, la Artemia franciscana es una especie que merece ser conocida.

  1. Rellenar la pecera con agua
  2. Echar el contenido del sobre #1 (purificador de agua)
  3. Luego de 24 horas, echar el contenido del sobre #2 (huevos de vida instantánea)
  4. ¡Listo! en unos días tendrás a tus mascotas nadando en la pecera

Muchos recordarán las publicidades de los sea monkeys en los medios y en los kioscos de revistas. Seres casi extraterrestres, que nacían de un polvo y se convertían en verdaderos acróbatas acuáticos. Sobran los testimonios de niños que nunca pudieron verlos nacer y consideran que esa “estafa” les generó perjuicios que afectaron su vida adulta, haciéndoles difícil confiar en otras personas. Pero, ¿qué son los sea monkeys y que tienen qué ver con la laguna Mar Chiquita?

El camarón de sal

Primero hay que dejar en claro que los sea monkeys no vienen de ningún planeta lejano. Son artemias, es decir, pequeños crustáceos que viven en lagos salinos, como la laguna Mar Chiquita. Una de las características que las hace interesantes es que dependiendo de las condiciones ambientales pueden generar dos tipos de huevos diferentes. Bajo condiciones óptimas producen huevos que eclosionan en el útero y son liberados en forma de individuos inmaduros llamados nauplios; sin embargo, cuando las condiciones son adversas, producen huevos de resistencia denominados quistes o cistos. Esos quistes son lo que conocemos popularmente como sea monkeys y se reactivarán cuando se los ponga en una pecera con la temperatura, salinidad, oxígeno y alimento adecuados. Si tus sea monkeys no nacieron lo más probable es que no hayas sido víctima de una estafa sino que simplemente faltó alguna de las condiciones necesarias para que suceda.

En la laguna Mar Chiquita vive una especie particular de artemia, conocida como Artemia franciscana. Los quistes de esta especie flotan en la superficie de la laguna y pueden ser trasladados por el viento y el oleaje hacia las costas. Esto genera un efecto conocido como “marea roja”, en el que se hacen líneas espumosas de ese color debido a la gran cantidad de huevos de artemia presentes.

La Artemia franciscana es dispersada por aves migratorias y se encuentra presente en casi todo el continente americano. Algunos autores sugieren que podría haber sido traída a Mar Chiquita por los chorlos migratorios que vuelan frecuentemente hasta el Great Salt Lake en Utah, Estados Unidos, donde la especie también habita. Otros sugieren que fueron los flamencos quienes las trajeron desde las lagunas andinas de Bolivia y el norte de Argentina.

Pero entonces, ¿se parecen a monos marinos? Ahí podemos decir que si nos metieron el perro. Las artemias son camarones de pequeño tamaño. Su cuerpo es transparente, tienen patas planas y una larga “cola” (que no se parece a la de un mono). Los ejemplares adultos miden entre 1 y 2 cm como máximo. Los machos pueden distinguirse de las hembras porque poseen un par de pinzas prensiles muy características en la zona de la cabeza, que las utilizan al momento de aparearse para aferrarse a la hembra. La hembra, por su parte, es de mayor tamaño y se caracteriza por poseer un saco de puesta (útero) en la zona del abdomen.

Vivir en ambientes extremos

Otra característica interesante de las artemias es su capacidad de adaptación para vivir en ambientes muy diferentes y, en muchas ocasiones, extremos. Se pueden encontrar tanto en aguas frías como calientes y pueden soportar concentraciones de sal muy superiores a las que se encuentran en el mar.

¿Cómo se adaptan a vivir en estos ambientes hipersalinos? En primer lugar cuentan con un sistema fisiológico muy eficiente que les permite resistir las altas concentraciones de sal. Además, están adaptados a los bajos niveles de oxígeno que hay en estos ambientes. Y, por último, cuando la situación es de absoluta sequía pueden sobrevivir como quistes, como mencionamos antes.

Los ambientes hipersalinos son los preferidos de esta especie porque allí no se enfrentan a los depredadores que si habitan en lugares con menor concentración de sal. Cuando los niveles de salinidad son altos, a otras especies como peces, crustáceos o insectos se les hace casi imposible vivir y es entonces cuando las artemias se hacen más abundantes dado que no cuentan con depredadores. Pueden llegar incluso a tolerar ambientes con hasta 200 o 250 g/L de sal. Las artemias son tan resistentes que incluso se enviaron quistes al espacio para evaluar el efecto de la radiación sobre la vida.

Comer y ser comido

Las densidades poblacionales de artemias van a depender fundamentalmente de la disponibilidad de alimento. Las artemias son especies principalmente filtradoras, alimentándose de tanto de materia orgánica como pequeños microorganismos (algas y bacterias). En el caso de los sea monkeys, el sobre de alimento suele contener una mezcla de levadura y una microalga llamada espirulina.

Las artemias contienen importantes cantidades de proteínas, vitaminas y betacarotenos; sustancias que realzan e intensifican los colores de algunos peces y aves (como es el caso de los flamencos). Estas propiedades convierten a la Artemia franciscana en un alimento clave e insustituible en la cadena trófica de humedales como la Reserva Provincial y el Parque Nacional Ansenuza.

Pero no es solo en su ambiente natural donde cobran importancia. También son cosechados en lagunas o en estanques artificiales, fundamentalmente para su utilización como alimento para peces de acuario.

¿Pueden resistir también la contaminación?

Esa es la pregunta que nos hacemos en mi tesis doctoral, que dirigen la Dra. Ballesteros, la Dra. Gonzalez y el Dr. Tatián. Para responder, utilizamos dos enfoques complementarios: medir lo que pasa en el campo y hacer experimentos controlados en el laboratorio.

En el primer caso, recolectamos en campo individuos adultos a los que mediremos algunas respuestas fisiológicas que pueden verse afectadas por la contaminación del agua. Para el segundo enfoque, trajimos quistes de la laguna, que haremos eclosionar en el laboratorio para luego exponerlos a distintas concentraciones de sal y plaguicidas para estudiar qué efectos tienen.

En definitiva, es mucho lo que este pequeño habitante de la laguna Mar Chiquita puede enseñarnos sobre la vida en ambientes extremos. Desde una pecera de juguete hasta la laguna salada más grande de Sudamérica.

Bibliografía

  • Curto, E. D. (2006). Artemia, el camarón de la sal. En Bucher, E. H., et al (2006). Bañados del Río Dulce y Laguna Mar Chiquita (Córdoba-Argentina).

Pablo A. Acosta. Soy Biólogo y actualmente estoy haciendo mi doctorado en el área de ecotoxicología acuática. Docente del Centro de Zoología Aplicada.  Aventurero y apasionado por lo desconocido.